martes, abril 29, 2008

Redes Socials y Blogs, los reinos de los narcisistas

El exhibicionismo es un complejo que campa a sus anchas por la red. El blog, MySpace, el Egosurfing, el Facebook o YouTube son algunos de los lagos en el que este Narciso on line puede caer presa de su propio reflejo.

La idea de autoconservación descrita por Freud en su “Introducción al narcisismo” encaja como un guante en el inmenso patrimonio de internet, donde todo cabe y todo queda. Es la ilusión democrática que aviva y expande los delirios de grandeza en forma de distintas aplicaciones.

“Para el narcisista, internet es una irresistible combinación de patio de recreo y patio de caza”, explica a Efe Sam Vaknin, autor del ensayo “El maligno amor a uno mismo - Narcisismo Revisitado”.

El feedback de nuestras interrelaciones, en sus múltiples vías, “nos permite enamorarnos de nuestro reflejo cada día. Nos miramos en las profundidades de internet para reafirmarnos en nuestra continuidad y nuestra existencia (…) Generando múltiples copias de uno mismo y su trabajo, uno se siente vivo, su existencia se afirma y adquiere una sensación de borrar los límites de su alcance“.

Ante esa potencial audiencia multimillonaria, el narcisista, creando sus espacios personales, encuentra la posibilidad de redefinirse, de “adoptar sus roles favoritos, comunicarse instantáneamente con miles de personas e influenciar a otros”, según Vaknin.
El autor israelí considera este perfil psicológico “más propenso a la adicción a internet“, derivada de la adicción que tiene a sí mismo.

Internet, el medio en constante evolución, crea las herramientas para aumentar y medir esa voracidad del ego. El blog, aunque inicialmente nació como una traslación del diario personal al mundo virtual, es ahora un auténtico escaparate.

Detrás de muchos ciudadanos de la “blogosfera” -un cálculo siempre impreciso los sitúa ya por encima de los 100 millones de personas- subyace la búsqueda del reconocimiento, la esperanza de que un cazatalentos descubra su pequeño pero ventilado rincón.

Héroes en esta batalla son, por ejemplo, el argentino Hernán Casciari, que saltó de su blog “Orsai” a ser columnista del diario español “El País” o, en otra dimensión, el archifamoso Pérez Hilton, que con sus viperinos comentarios se ha convertido en un intocable del mundo de Hollywood para el que la mismísima Madonna grabó un vídeo.

“Los individuos narcisistas disfrutan igualmente todo tipo de atención, ya sea odio o amor. No les importa que lo que se publique sobre ellos sea erróneo. Les basta con que su nombre esté escrito correctamente”, resume Vaknin.

Así, su propio nombre es, en último término, el que acaba buscando compulsivamente el narcisista en la red y el fenómeno ya ha sido etiquetado como EgoSurfing.

Incluso tiene página web, Egosurf.org, en la que uno puede medir su presencia en la red, o aplicaciones como Googlefight, que establece un combate entre distintos nombres en función de las páginas que lo incluyan en sus textos.

“El negocio de internet -al menos para mucha gente- está basado en la gratificación del ego y la notoriedad. Y como con cada necesidad de la sociedad, los individuos tratan de buscar la manera de hacer dinero con ello”, explicó a Efe Keith Campbell, estudioso del narcisismo y profesor de psicología en la Universidad de Georgia (Estados Unidos).

Y, para muestra, los resultados de Facebook, la página web en la que cada uno expone sus fotografías y sus apetencias y cuyo capital se calcula en torno a los 15.000 millones de dólares. Con setenta millones de usuarios, esta nueva alternativa al MySpace explota la doble faceta de red social y autopromoción.

Este lado autocomplaciente de la World Wide Web ha derivado sus aplicaciones hacia lo individual más que a lo plural. El narcisista, según Vaknin, “no trata de expandir horizontes, forjar relaciones certeras o entrar en contacto con otro tipo de gente”.

“Es el provinciano eterno”, explica, “porque filtra todo a través del estrecho prisma de su adicción. Mide a los demás -los idealiza o los menosprecia- según su único criterio: Cuán útiles pueden ser como fuentes de satisfacción de su ego”.

Y, como siempre, surge el dilema de hasta qué punto internet crea comportamientos o sólo reproduce el espectro social. “Debido a la capacidad de un individuo de crear e inflar su imagen en la web, debemos considerar internet como un campo de cultivo ideal para las consecuencias negativas del narcisismo”, asevera Campbell.

Vaknin, por su parte, recurre a una teoría babélica: “Por definición, la tecnología es narcisista. Trata de hacernos omnipotentes, omniscientes y omnipresentes. En otras palabras, de asemejarnos a Dios”, concluye.

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